viernes, 22 de julio de 2011

Et nunc manet in te



¿De qué esta hecho, pues, nuestro amor -me preguntaba yo entonces-, si persiste a despecho del desmoronamiento de todos los elementos que lo componen? ¿Qué es lo que se oculta a través de la traicionera apariencia y que vuelvo a encontrar y reconocer idéntico a través de las degradaciones? No sé de qué material, de armonioso y de radiante, que es preciso llamar alma. ¡Qué importa la palabra!

...

A veces pensaba yo que lo que me hacía enamorarme de tal manera era el sentirla extraordinariamente diferente de mí, por esa atracción extraña que ejerce en mí la diferencia. Sin embargo, por diferente de mí que pudiera ser, fue el haberla conocido lo que tan a menudo me hizo sentirme extranjero sobre la tierra, jugando al juego de la vida sin creer mucho en él, por haber alcanzado a través de ella una menos tangible pero mas auténtica realidad secreta; con ella, la sentía. Y cuando me faltó el puro sonido que daba aquella alma, me pareció que ya sólo oía en torno mío sonidos profanos, opacos, extintos, desesperados.


Fragmentos de Et nunc manet in te, de André Gide, seguido del Diario intímo (traducción y prólogo de Jorge Zalamea; Colección "Los grandes novelistas de nuestra época", dirigida por Guillermo de Torre; Buenos Aires, Losada, 1953)

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